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La fascinacion por la sangre


El mundo de los "señores de la noche" ha despertado fascinación en la gente desde tiempos inmemoriales. Ya en la mitología griega encontramos historias sobre las empusas y las sirenas, que seducían a los hombres desprevenidos para asesinarlos y alimentarse de su sangre y entrañas. No obstante, la atracción particular de los vampiros tiene que ver con la posibilidad de la vida eterna. Según cuenta la leyenda, estas criaturas pueden mantenerse vivas mientras se alimenten de sangre humana.
La historia más conocida sobre vampiros es la del conde Dracul (o Draculea), que se convirtió en la leyenda "oficial" por medio de la novela de Bram Stoker, Drácula, basada en este personaje real.
Vlad Draculea III, vivió en Rumania, entre 1431 y 1476. Fue el príncipe de Valaquia, más conocido como "el Empalador", porque tenía predilección por una técnica de tortura y ejecución que consistía en introducir un palo sin punta por el abdomen, fijarlo con un clavo y después levantarlo en el aire hasta que la víctima moría. En sucesivas guerras por defender su reinado, llegó a asesinar y torturar a miles de personas sin piedad alguna. Hasta ahí, un líder sanguinario más de las cruzadas medievales. Pero cuenta la historia que Draculea no sólo disfrutaba viendo el sufrimiento de sus víctimas, sino que recogía su sangre en una copa y la bebía mientras cenaba ante la agonía de los "empalados". De ahí la leyenda. Y la posteridad.
Sin embargo, no fue el único aficionado a la sangre humana. La mayoría de los acusados de "vampirismo" también pertenecieron a familias nobles.




Cuando la madre de Erzsébet Báthory dio a luz a una niña de grandes ojos castaños en un típico castillo medieval de la entonces Hungría, no imaginó que su bebe pasaría a la historia como "la condesa sangrienta". Cuenta la leyenda que entre 1604 y 1610, la "vampiresa" secuestró a 612 mujeres jóvenes a las que torturó y desangró hasta la muerte. Tiempo después, sus sirvientes atestiguaron que la condesa usaba la sangre para darse baños y beberla siguiendo los ritos de la magia roja o hematomancia, según la cual se conservaría joven eternamente.
"Me gusta ver correr la sangre, me proporciona un gran placer". Esta es una de las frases que se le adjudica al barón Gilles de Rais, uno de los vampiros más famosos por lo aberrante de los crímenes de que se lo acusa. Allá por el 1400, su pasión por matar se inició en la Guerra de los Cien Años, donde luchó junto a Juana De Arco. Una vez cumplida su misión militar, se convirtió en un asesino serial. Entre 1432 y 1440 se cuentan 1000 desapariciones de niños de entre 8 y 10 años en Bretaña, Francia. Dicen que antes del amanecer el vampiro salía a recorrer las calles y aterrorizaba a los habitantes del pueblo.
Otro noble que pasó a la posteridad por su leyenda es Henry Fitzroy. De él se sabe que fue el único hijo natural reconocido de Enrique VIII, que murió a los 17 años de tuberculosis, y que su espíritu vagó por las calles de Inglaterra en los tiempos de Shakespeare. El mito que hizo de su fantasma un legendario vampiro, dio origen a la serie Blood Ties, según la cual Fitzroy no murió de tuberculosis sino que fue seducido por una vampiresa que bebió su sangre para condenarlo a la eternidad.