Creada entre 1545 y 1546 por el escultor Hans Gi
eng, esta fuente ha sido objeto de múltiples interpretaciones, ninguna confirmada, y todas rodeadas de un halo de misterio. Algunos sostienen que la figura es una advertencia sombría dirigida a la comunidad judía de la época, dado el sombrero puntiagudo que lleva el ogro, similar al Judenhut que los judíos estaban obligados a usar. ¿Sería entonces un símbolo de persecución disfrazado de leyenda?
eng, esta fuente ha sido objeto de múltiples interpretaciones, ninguna confirmada, y todas rodeadas de un halo de misterio. Algunos sostienen que la figura es una advertencia sombría dirigida a la comunidad judía de la época, dado el sombrero puntiagudo que lleva el ogro, similar al Judenhut que los judíos estaban obligados a usar. ¿Sería entonces un símbolo de persecución disfrazado de leyenda?
Otros sugieren que la estatua es una representación del titán Cronos, el devorador de sus propios hijos en la mitología griega, un emblema del tiempo y la muerte, o quizás una alusión a Krampus, el ser folclórico que castiga a los niños desobedientes durante el invierno. Incluso hay quienes hablan de un oscuro capítulo olvidado de la historia local: un hermano celoso del fundador de Berna, que en un arrebato de locura habría consumido a los niños del pueblo.
A pesar de todas estas teorías, la verdadera razón por la que esta aterradora figura fue erigida permanece en las sombras.
El Kindlifresserbrunnen no solo es una obra de arte renacentista; es un enigma petrificado en piedra que continúa inquietando a quienes se detienen a contemplarlo. Medio milenio después, su silueta macabra sigue resonando con un mensaje oculto, un recordatorio perturbador que desafía el paso del tiempo.
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