Lo que ves en la imagen es la cabeza momificada de Peter Kürten, el infame “Vampiro de Düsseldorf”.
En los años 20, Düsseldorf vivió una ola de crímenes brutales: asesinatos con hacha, estrangulamientos, víctimas apuñaladas… algunos incluso quemados vivos.
Kürten confesó más de 60 ataques, muchos con un detalle macabro: bebía la sangre de sus víctimas, lo que le dio su temido apodo.
Fue arrestado en 1930 y ejecutado al año siguiente con guillotina.
Sus últimas palabras fueron tan escalofriantes como toda su vida:
“¿Podré seguir escuchando, al menos por un momento, el sonido de mi sangre fluyendo desde el cuello? Ese sería el placer supremo.”
Su cabeza fue conservada para análisis científicos, pero no se halló ninguna anomalía. Hoy se exhibe en el Museo Ripley de Estados Unidos.
Un rostro que el tiempo no ha borrado… y que aún provoca escalofríos.
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