Era julio de 1954 cuando el aeropuerto de Tokio se convirtió en escenario de uno de los misterios más desconcertantes del siglo XX. Entre la multitud de viajeros, un hombre alto y bien vestido llamó la atención de los oficiales de inmigración. Vestía un traje impecable, hablaba varios idiomas con fluidez y llevaba en sus manos un pasaporte que haría temblar los cimientos de la realidad.
El documento indicaba que venía de Taured, un país situado entre Francia y España. Pero cuando los oficiales consultaron los mapas, solo encontraron el pequeño principado de Andorra ocupando esa región. El hombre, que respondía al nombre de Taro Yamada (aunque este parecía ser un alias genérico), insistía con calma pero firmeza: Taured existía desde hacía más de mil años, era una potencia comercial reconocida internacionalmente, y él mismo había viajado allí en múltiples ocasiones.
Lo más inquietante venía después: en su maleta llevaba documentos perfectamente elaborados - cheques bancarios de instituciones desconocidas, reservas de hotel en ciudades que no aparecían en ningún registro, incluso moneda de curso legal en su supuesto país. Todo parecía genuino, excepto por un pequeño detalle: nada de aquello correspondía con la realidad conocida.
Las autoridades, desconcertadas pero sospechando un fraude elaborado, decidieron retenerlo para interrogarlo más a fondo. Lo alojaron en un hotel cercano bajo vigilancia, con la intención de resolver el misterio al día siguiente. Pero cuando fueron a buscarlo por la mañana, la habitación estaba vacía. No había señales de fuerza, ni de huida precipitada. Simplemente... había desaparecido.
Los documentos que había presentado también se esfumaron de los archivos oficiales. Los pocos testigos que interactuaron con él recordaban vívidamente al hombre, pero ningún rastro físico quedó de su paso por nuestro mundo.
Años más tarde, surgirían teorías que convertirían este caso en leyenda
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