Cada día, miles de turistas pasean por las calles del casco antiguo de Barcelona, admirando y fotografiando monumentos y edificios del que actualmente se conoce como “Barrio Gótico”, a un paso de las Ramblas. Sin embargo, pocos de estos visitantes saben que en realidad,buena parte de esas hermosas construcciones no son puramente medievales, sino que su origen o su aspecto actual se remonta al siglo XIX y, en muchos casos, incluso a mediados del XX.
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A esta sorprendente alteración arquitectónica no escapan siquiera edificios de la talla de la propia catedral de la ciudad, dedicada a Santa Eulalia, tal y como explicaba hace unos años en una detallada tesis doctoral el historiador Agustín Cócola Gant, de la Universidad de Barcelona.
La investigación de Cócola, titulada ‘El Barrio Gótico de Barcelona. De símbolo nacional a parque temático’ causó cierta polémica tras su publicación el año 2011, a pesar de que buena parte de lo que revelaba en las páginas de su trabajo era bien conocido por los historiadores, aunque a menudo poco difundido por motivos turísticos.
En su trabajo, Cócola analiza las razones que llevaron a la modificación de la fisionomía arquitectónica del centro histórico de la Ciudad Condal: por una parte, la necesidad de modernizar urbanísticamente esta parte de la capital catalana, adecuándola a los requerimientos de salubridad y comunicación de una ciudad moderna.
Pero por otro lado, destacan la existencia de un plan que situase a Barcelona en el mapa del turismo internacional, al tiempo que la burguesía daba forma a una “arquitectura nacional catalana” que sirviera para otorgar signos de identificación colectiva.
La primera de estas actuaciones que terminarían por dar forma a un “barrio gótico” reinterpretado e inventado fue precisamente la construcción de la fachada de la catedral de la ciudad en las últimas décadas del siglo XIX.
Puente neogótico en la calle del Bisbe (1929) | © Javier García Blanco.La fachada del templo catedralicio estaba sin concluir desde el siglo XV, y coincidiendo con la celebración de la Exposición Universal de 1888 en Barcelona, la burguesía local decidió completar este magnífico exponente de la arquitectura medieval, cuyos orígenes se remontaban al siglo XIII, aunque con antecedentes de época románica, visigoda e incluso paleocristiana.
Los planes para definir el estilo que debía seguir la construcción de la fachada fueron motivo de largas discusiones, aunquefinalmente se impuso la idea de realizar la obra en estilo gótico, tal y como defendía el banquero y político Manuel Girona i Agrafel quien, junto a sus hermanos, acabó financiando toda la obra, que ejecutó el arquitecto Josep Oriol Mestres.
Aunque esta obra, que se prolongó entre 1887 y 1913, alteró notablemente la fisionomía de la zona, la verdadera transformación se produjo con la creación de la Vía Laietana, que atravesaría laCiutat Vella.
Para entonces la burguesía barcelonesa se había aupado ya hasta el Ayuntamiento de la ciudad a través de la Lliga Regionalista, partido en el que militaba el concejal Josep Puig i Cadafalch(arquitecto y periodista), quien sentaría las bases de un modelo de arquitectura medievalque terminó ejecutándose en buena parte del Gòtic.
En 1908, con el comienzo de las obras de construcción de la Vía Laietana, se procedió al derribo de 335 edificios del centro histórico. La mayor parte de estas casas eran construcciones degradadas, pero algunas de ellas tenían una gran antigüedad, y parte de sus elementos serían empleados más tarde para dar forma a nuevos edificios de estilo neomedieval.
Tres años después del inicio de las obras de la Vía Laietana, el político Ramón Rucabado sugirióeliminar construcciones “vulgares” del centro histórico y sustituirlas por nuevos edificios de estilo antiguo, para conseguir así “la unificación de estilo en este recinto, formando entre las construcciones venerables (…) y las modernas rigurosamente sometidas al estilo y carácter de aquellas, un verdadero barrio gótico”.
Y, en efecto, así se haría en los años siguientes, en especial con anticipación a la Exposición Internacional de 1929 que iba a celebrarse en la ciudad. De un año antes, por ejemplo, data el vistoso y célebre “puente” neogótico de la calle del Bisbe, que une las Cases dels Canonges y el edificio de la Generalitat, una construcción realizada por el arquitecto Joan Rubió i Bellver.
En el caso de la Casa Padellás –actual sede del Museo de Historia de Barcelona–, este antiguo palacio de finales del siglo XV y comienzos del XVI se desmontó por completo en 1931 a raíz de las obras de Vía Laietana, y volvió a construirse en la Plaza del Rey, circunstancia que se aprovechó para introducir modificaciones y elementos no originales, como unas galerías porticadas y una ventana coronella.
Algo similar sucedió con el Palacio Real Mayor, edificio de origen medieval que había sufrido varias ampliaciones en distintas épocas, la más importante en el siglo XVIII, cuando se le añadió un portal neoclásico. Con la intervención realizada en el siglo XX se buscó potencia su aire medieval, añadiéndole rosetones góticos, alterando el patio interior y reutilizando elementos antiguos de otros edificios, al tiempo que se añadía otros nuevos que imitaban a los medievales.
Vista interior del Palacio Berenguer de Aguilar, antes y después de su restauración | Crédito: Cócola Gant.
Otro tanto ocurrió con las Cases del Canonges –hoy residencia del president de la Generalitat–, un conjunto de origen medieval que se remodeló también en la década de los años 20, primero por Joan Rubió i Bellver y más tarde por Jeroni Martorell, con quien se introdujeron elementos propios del gótico nórdico y otras modificaciones calificadas de “excesos” por varios autores.
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La lista de modificaciones continúa con las actuaciones en otros edificios, como el Palacio Aguilar –actual Museo Picasso–, el recinto del Real Círculo Artístico de Barcelona, y otros ejemplos. De hecho, el propio arquitecto Joan Rubió explicó en su día que “en el barrio gótico no hay más de seis casas que, con buena voluntad, pueden denominarse góticas”.
fuente es.noticias.yahoo.com/