El cementerio vampírico de Lesbos.
El cementerio está ubicado en Mytilene, capital de la isla de Lesbos, Grecia, parte de la cadena de ínsulas del mar Egeo. En abril de 1994 un grupo de arqueólogos de la Universidad de Columbia descubrieron una serie de esqueletos perfectamente alineados en tumbas regulares. Todos ofrecían la curiosidad de haber sido estaqueados en el tórax con varas de hierro de un metro de largo, y atravesados por la boca con estacas de madera, parcialmente conservadas.
Repasando las crónicas de viajeros del siglo XIX, los arqueólogos recogieron una especie de histeria masiva en torno a una supuesta plaga de vampiros en la región, la cual fue abordada con el mayor rigor imaginable.
Las crónicas hablan de una invasión de Vrykolakas, aquella raza de vampiros que habitó el folklore griego durante siglos. El método que se utilizó en el cementerio de Lesbos para lidiar con estos vampiros pertenece a la tradición de los balcanes, que además de atravesar el corazón de los vampiros también propone asegurarlos con estacas de hierro a la altura de la pélvis, y rematar la operación con estacas de madera obturando la boca y asegurándolos al fondo de la tumba.
Uno de los que aportó mayores datos al misterio del cementerio de Lesbos fue el vicecónsul británico Charles Newton, quien menciona haber visto cómo se daba cazaba a estos vampiros y cuáles éran las operaciones necesarias para asegurarse de que no regresen al mundo de los vivos (Travels and Discoveries in the Levant, 1850).
Recordemos que Grecia es dueña de una riquísima tradición vampírica, más antigua, incluso, que la palabra "vampiro". La concepción helénica del retorno de la tumba posee rasgos verdaderamente arcaicos, relacionados con el Olimpo y el Hades. Para la mentalidad griega (mentalidad clásica, aclaramos) la realidad de ultratumba no se dividía únicamente entre la moradas de los bienaventurados y los condenados. Los campos Elíseos y el Hades son apenas dos extremos entre una infinidad de matices. En el medio habitan realidades y condiciones de existencia ciertamente terroríficas. Si trasladasmos el tema al vampirismo, quien mejor describe el porqué del alzamiento de los vampiros de sus sepulcros es nada menos que el mismísimo Eurípides, quien declara:
Al morir, tal vez la Tierra y el Mar rechacen mi carne.
Esta frase letal resume perfectamente el concepto de Vampiro en la mitología griega: un ser exiliado, sin lugar en el cielo y el infierno. La tierra y el mar no le darán descanso. Su condena, trágica y circular, es ser vomitado periódicamente al mundo de los mortales.
El cementerio está ubicado en Mytilene, capital de la isla de Lesbos, Grecia, parte de la cadena de ínsulas del mar Egeo. En abril de 1994 un grupo de arqueólogos de la Universidad de Columbia descubrieron una serie de esqueletos perfectamente alineados en tumbas regulares. Todos ofrecían la curiosidad de haber sido estaqueados en el tórax con varas de hierro de un metro de largo, y atravesados por la boca con estacas de madera, parcialmente conservadas.
Repasando las crónicas de viajeros del siglo XIX, los arqueólogos recogieron una especie de histeria masiva en torno a una supuesta plaga de vampiros en la región, la cual fue abordada con el mayor rigor imaginable.
Las crónicas hablan de una invasión de Vrykolakas, aquella raza de vampiros que habitó el folklore griego durante siglos. El método que se utilizó en el cementerio de Lesbos para lidiar con estos vampiros pertenece a la tradición de los balcanes, que además de atravesar el corazón de los vampiros también propone asegurarlos con estacas de hierro a la altura de la pélvis, y rematar la operación con estacas de madera obturando la boca y asegurándolos al fondo de la tumba.
Uno de los que aportó mayores datos al misterio del cementerio de Lesbos fue el vicecónsul británico Charles Newton, quien menciona haber visto cómo se daba cazaba a estos vampiros y cuáles éran las operaciones necesarias para asegurarse de que no regresen al mundo de los vivos (Travels and Discoveries in the Levant, 1850).
Recordemos que Grecia es dueña de una riquísima tradición vampírica, más antigua, incluso, que la palabra "vampiro". La concepción helénica del retorno de la tumba posee rasgos verdaderamente arcaicos, relacionados con el Olimpo y el Hades. Para la mentalidad griega (mentalidad clásica, aclaramos) la realidad de ultratumba no se dividía únicamente entre la moradas de los bienaventurados y los condenados. Los campos Elíseos y el Hades son apenas dos extremos entre una infinidad de matices. En el medio habitan realidades y condiciones de existencia ciertamente terroríficas. Si trasladasmos el tema al vampirismo, quien mejor describe el porqué del alzamiento de los vampiros de sus sepulcros es nada menos que el mismísimo Eurípides, quien declara:
Al morir, tal vez la Tierra y el Mar rechacen mi carne.
Esta frase letal resume perfectamente el concepto de Vampiro en la mitología griega: un ser exiliado, sin lugar en el cielo y el infierno. La tierra y el mar no le darán descanso. Su condena, trágica y circular, es ser vomitado periódicamente al mundo de los mortales.