fueron diagnosticados en su época. Es un punto de vista interesante que no se puede ignorar, ya que es la posible explicación científica al origen del mito. Aunque creemos que esta interpretación puede quitarle la magia al mundo mitológico de los vampiros.
Los vampiros existieron, pero más que seres sobrenaturales y misteriosos se trató de pacientes enfermos de esquizofrenia, porfiria o rabia que no fueron diagnosticados. Incluso el conde Drácula pudo haber sido un príncipe rumano aquejado de alguna de estas enfermedades. Un estudio de un médico español desentraña la verdad de la leyenda que rodea a los protagonistas de la literatura y el cine de terror por excelencia.
El doctor Pedro Gargantilla, del Hospital Médico de Madrid, ha estudiado los datos sobre vampiros que existen del siglo XVII para llegar a la conclusión de que estos personajes siniestros existieron. Pero su perfil, más que el de crueles asesinos y chupadores de sangre de inocentes, es el de pacientes aquejados de enfermedades poco conocidas en la época que sufrieron, por ello, la incomprensión general.
Estos "vampiros", excomulgados y obligados a vivir fuera de los territorios cristianos, podrían haber sido enfermos esquizofrénicos con tendencia al suicidio que sentían temor al ver su imagen reflejada.
La esquizofrenia es un complejo psiquiátrico que produce conductas extrañas en las personas que la padecen, como salir por la noche a lugares solitarios", explica el doctor Gargantilla, que ha presentado sus conclusiones en el curso de verano de El Escorial en una conferencia titulada "Los vampiros, una respuesta médica a su existencia".
En lo único en lo que la esquizofrenia no cuadra con el comportamiento tradicionalmente atribuido a los vampiros es que se trata de una enfermedad poco frecuente (afecta al 1% de la población mundial) que no se trasmite por mordedura.
La rabia, por el contrario, sí se transmite de esta manera y tiene muchos otros síntomas que coinciden con el vampirismo: "Afecta tanto a animales como a humanos y el virus se extiende desde una mordedura hasta el sistema nervioso límbico, una zona del cerebro, produciendo tres síntomas característicos: agresividad, trastorno del sueño (duermen por el día y salen por la noche), e hipersexualidad".
A lo que se añade que las mayores epidemias de rabia se produjeron en el siglo XII en Europa del Este, época en la que existen más casos documentados de vampiros "pero, curiosamente, ha añadido Gargantilla, ninguno con síntomas de haber sido mordido".
Los famosos y legendarios vampiros pudieron haber sido, también, víctimas de la porfiria. "Una enfermedad congénita que puede producir vello facial, una fotosensibilidad al sol que produce cicatrices en la zona facial que obliga a quienes la padecen a salir por la noche y el síntoma más extraño, una retracción de los labios que hace que los dientes parezcan más marcados, sobre todo los colmillos".
La porfiria, sin embargo, fue una enfermedad "demasiado poco frecuente, sólo 100 casos en todo el mundo, para que explique el mito del vampirismo".
Pedro Gargantilla pertenece a la Asociación Española de Médicos y Artistas, que cuenta con más de 100 socios, todos ellos médicos que además son pintores, escultores o escritores de libros no relacionados con la medicina, que se reúnen una vez al mes.
Según el doctor Gargantilla, uno de los principales mitos del vampirismo, el conde Drácula, existió realmente: fue un príncipe de Valquiria, en la actual Rumanía. "Quizá la explicación de que Drácula sea hoy conocido como un vampiro es que fue un tirano que asesinó a más de 10.000 turcos empalándolos".
La gente de 1700 no tenía una forma certera de explicar los fenómenos extraños que sucedían a su alrededor, es de esta forma como nace el vampiro.
Las personas comenzaron a observar que en ciertas ocasiones cuando las personas morían por situaciones desconocidas, se desencadenaba una serie de muertes de personas que habían estado estrechamente ligadas con la persona fallecida, con esto asumen que la muerte llegaba por el muerto que regresaba de la tumba para llevar a su lado a sus seres cercanos.
Con sus creencias en los espíritus que quedaban atrapados en este mundo sin encontrar su camino a la otra vida, se aventuraban a los cementerios para exhumar el cuerpo y con la ayuda de algún sacerdote mostrarle el camino hacia su nueva vida, pero la sorpresa era mayúscula al momento de abrir el féretro, pues se encontraban ante un cuerpo que no presentaba signos de descomposición, un cadáver que no estaba en la acostumbrada postura rígida y que en algunas ocasiones, le escurría un hilito de sangre por las comisuras de la boca. Todo esto llevaba a las personas a pensar que sus seres ya fallecidos no se encontraban muertos realmente y que de alguna manera habían encontrado una forma de continuar con vida; esta nueva manera de vivir que habían encontrado tenía sus secretos en absorber la sangre de sus víctimas, que en su mayoría eran sus familiares y ésta era la causa de las extrañas muertes que habían estado ocurriendo.
Éstas extrañas criaturas que chupaban la sangre de los vivos recibieron el nombre de VAMPYRS o vampiros, que en lengua eslava significa "chupador de sangre".
La gente del siglo XVIII no sabía como explicar la apariencia carente de descomposición que presentaban los cuerpos cuando eran encontrados en su sepulcro, pero esto se explica claramente al conocer las formas de entierros que prevalecían en la época, pues la costumbre eran los entierros superficiales o los cuerpos no eran enterrados y así los aldeanos estaban acostumbrados a la descomposición al aire libre y no a la que se lleva a cabo bajo tierra y dentro de un féretro, la cual por razones obvias es mucho más lenta.
Existen documentos que avalan las exhumaciones realizadas y muestran el desconcierto al encontrar cadáveres en un supuesto buen estado, el caso de Arnold Paole fue escrito en 1725 por un juez eclesiástico imperial, éste escrito procede de Hungría:
"Exceptuando la nariz que estaba un poco degradada, el cuerpo estaba completamente fresco, el cabello, la barba e incluso las uñas le habían crecido nuevamente. La piel un tanto blancuzca se había descamado dando paso a una nueva. El rostro, las manos, los pies estaban en tan buen estado que no habrían podido estar mejor en vida. Con asombre observe sangre fresca en su boca, la cual, según rumores, había chupado a las personas que asesino."
Los aldeanos que fueron testigos de estos extraños sucesos, relacionaron las experiencias propias con demonios, estas ideas las basaron en la Biblia pues ésta dice:
"Pero al salir él a tierra se encontró con él, cierto varón de la ciudad, que tenía demonios y hacia mucho tiempo que no se ponía ropa y no se quedaba en casa, sino entre las tumbas"
A éstas ideas de demonios que se apropian de cuerpos humanos para rondar los cementerios, se le sumó la prohibición dada por Dios a Moisés:
"...Cualquier hombre de la casa de Israel o algún residente forastero que esté residiendo como forastero en medio de ustedes que coma cualquier clase de sangre, ciertamente fijaré mi rostro contra el alma que esté comiendo sangre, y verdaderamente la cortaré de entre su pueblo"
Así que hicieron una asociación simple, si la vida se escapa con la sangre, la sangre debe ser la vida y si se regresaba al cuerpo la sangre, se le regresaba la vida.
La conjugación de ambos elementos fue lo que dio vida al vampiro del folklore, y amparados en la religión se dieron a la tarea de exterminar a estos demonios que acababan con poblaciones enteras.
"Aparecen desde el medio día hasta la media noche y beben la sangre de personas y animales vivos tan abundantemente que algunas veces fluyes por sus bocas, narices y especialmente por sus oídos, a veces el cuerpo nada en la sangre que extrajo de sus víctimas y vierte en la noche atacando violentamente y acosando a sus amigos y parientes para chuparles la sangre hasta que quedan exhaustos y debilitados y finalmente les causa la muerte