Se le describe como una atemorizante criatura con cuernos, colmillos afilados, una lengua negra y larga; cuerpo velludo y garras en sus manos y pies.
Sven tenía siete años el día en que provocó un incendio en la granja de sus abuelos. Su curiosidad con el fuego, aunada a su carácter rebelde y malicioso, le llevaron a prender una paca de heno situada en el establo. No tardó en arder y las llamas comenzaron a propagarse por todo el recinto. Algunos animales murieron calcinados vivos, antes de que su abuelo y su padre pudieran sacarlos. Sven sonreía al ver el fuego y el miedo reflejado en la cara de sus parientes.
Eso ocurrió el 26 de noviembre de un año ya bastante lejano.
Cuando el 6 de diciembre llegó, Sven ya casi había olvidado el episodio del granero. Esa noche cenó en compañía de sus padres y sus dos hermanos menores, Olaf (5) y Nilsa (3). Éstos estaban algo atemorizados porque se trataba de la Krampusnacht (la noche del Krampus), la fecha en la que una horrible criatura atacaba por las noches a los niños que se habían portado mal durante el año, según decían los mayores. A pesar de que Olaf y Nilse eran niños obedientes, de vez en cuando hacían algunas travesuras en la escuela o a espaldas de sus padres que los hacía temer la llegada del monstruo.
Por otro lado, una gran emoción los embargaba ya que también esa noche se celebraba la llegada de San Nicolás, cargado de regalos para los niños que habían sido obedientes en el año. Los hermanitos confiaban en que sus méritos serían suficientes para que San Nicolás los visitara en vez de su siniestra contraparte y les dejara los regalos que habían pedido en sus cartas.
A Sven no le interesaba demasiado ninguno de los dos personajes (le parecían aburridos y tontos). Habiendo hurtado una pieza extra de pan, se fue a la cama sin despedirse de sus padres y hermanos. Después de jugar un rato con su camión de madera se quedó dormido en el suelo de su habitación. Horas después, cuando todo estaba en silencio, un ruido de cadenas lo despertó de su tranquilo sueño...
Sven se agitó y salió de su habitación. Bajó las escaleras y llego hasta la sala donde se veía la silueta del árbol de Navidad. Sin embargo, al lado de éste se dibujaba algo más. La sombra se movió al ver a Sven y el ruido de cadenas volvió a sonar. El niño dio un paso hacia atrás, al tiempo que las cadenas lo seguían.
La Luna iluminó al ser que seguía a Sven y éste supo que las historias de los adultos no eran mentira. Krampus había ido por él para darle una lección luego de lo ocurrido en el granero. Antes de que pudiera llamar a sus padres, el misterioso ser lo tomó del brazo y tapó su boca con sus manos. La criatura olía a moho. El niño intentaba gritar pero le era imposible. Sintió cómo el monstruo lo metía a una especie de canasto, que llevaba colgando en su espalda, antes de salir a la helada noche y perderse poco a poco en la oscuridad del bosque. Sven, con su rostro lleno de lágrimas, suplicaba que lo dejara ir. Krampus lo llevó a su cueva, lo metió hasta el fondo de ella y la oscuridad se cernió sobre el desdichado Sven.
El Krampus forma parte del folclor de los países nórdicos. La noche del 6 de diciembre asiste a las casas de los niños que se portaron mal durante el año para raptarlos y azotarlos con cadenas y un palo de abedul. Se le describe como una atemorizante criatura con cuernos, colmillos afilados, una lengua negra y larga,;cuerpo velludo y garras en sus manos y pies. Es hijo de la diosa Hel, la encargada del inframundo en la mitología nórdica. Algunas fuentes lo sitúan como una figura independiente y contraria a Santa Claus, mientras que otros lo toman como un ayudante suyo.
No hay un origen exacto de este personaje. Es seguro que proviene de mucho antes del cristianismo y su primera aparición quizá sea en las sagas nórdicas y el folclor de las culturas alpinas alemanas. Krampus representa la contraparte de la felicidad y la luz de Santa Claus, quien premia el bien, mientras que el demonio castiga el mal. Se le puede comparar con criaturas como sátiros y faunos de la mitología griega en apariencia física y su lujuriosa actitud.
En la actualidad, este personaje sigue apareciendo por las noches pero sólo bajo la forma de disfraces de cientos de jóvenes que salen a las calles para atemorizar a los transeúntes interpretando el papel de Krampus, especialmente en países como Alemania, Hungría, la República Checa y Austria. Estos rituales han sido declarados Patrimonio Cultural No Material por parte de la UNESCO.
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