Cuando los hermanos Grimm comenzaron a recopilar cuentos y tradiciones centroeuropeas, muchas de ellas, en realidad, estaban basadas lejanamente en sucesos reales, que habían acontecido siglos atrás. Uno de sus relatos más famosos, y que todos conocemos, es El Flautista de Hamelin -ya sabéis, el del pueblo lleno de ratas que contrata a un flautista para que se las lleve-. Pero lo realmente curioso es que esta historia tan fantástica tiene un origen real.
La ciudad de Hamelin en Alemania, conmemoró hace poco el 725 aniversario de este macabro evento que los Grimm anotaron en 1812, es decir, 520 años desde que ocurriera. No es de extrañar que se hubiera convertido en una leyenda llena de elementos sobrenaturales y fantásticos. Además de un festival muy colorido, y un montón de recuerdos baratos, la ciudad no puede olvidar lo que pasó.
Existe una casa, la de las ratas o “casa del flautista”, donde se puede leer que “En el año 1284, un 26 junio, el día de los santos Juan y Pablo, 130 niños fueron seducidos por un flautista, vestido con muchos colores, y luego desaparecieron en el calvario cerca del koppen”.
Fue un suceso que dejó huella. La última calle por donde se vio a los niños pasar es la Bungelosenstrasse, la calle sin tambores. Todavía hoy está prohibido tocar música o bailar en esa calle. La tradición oral preservo la historia y los Grimm le dieron forma para siempre.
Es en esa versión donde aparece la invasión de las ratas en el pueblo, que motiva la contratación del flautista, que al principio parece un héroe. Pero cuando se niegan a pagarle por librarles de la plaga, decide hacer lo mismo con los niños del pueblo, que se lleva a un lugar desconocido. En las versiones más edulcoradas, el alcalde le pide perdón y le paga lo adeudado, logrando la devolución de los niños.
Esta historia es extraña dentro del mundo de los cuentos de hadas porque en realidad el monstruo, o el enemigo, no es vencido a través de ninguna virtud, y el castigo en sí es desproporcionado con respecto a la ofensa. Es con la aparición de la nueva recompensa que este relato cobra más entidad y señala temas como la avaricia, la integridad y el compromiso.
Todo esto viene determinado por el origen real de la historia, que se puede rastrear hasta una nota en un manuscrito de 1370, el Catena Aurea, que hace referencia a otro escrito, el Lünegburg, sobre los hechos de 1284. Por desgracia, no quedan fuentes originales, aunque el demonólogo e investigador alemán del siglo XVI Johann Weyer habla de estos hechos en 1577 en su libro Ilusiones del Diablo.
La Iglesia del Mercado en Hamelin tenía una ventana decorada datada a principios del siglo XIV, en el que se representa a un extraño vestido con vivos colores llevándose a un grupo de niños vestidos de blanco. La ventana fue destruida en 1660, pero una acuarela de 1592 todavía se conserva, mostrando incluso detalles geográficos que aparecen en la leyenda.
Una de las explicaciones más plausibles a esta leyenda es que el flautista fuera una alegoría de la peste negra, que arrasó la Europa medieval sin misericordia. En los siglos XII y XIII, la muerte era representada como un esqueleto vestido con alegres colores. Quizá el flautista fuera la muerte al frente de un ejército de ratas, el gran vector de la peste. Si un verano murieron 130 niños debido a la peste negra, seguro que fue un impacto difícil de llevar para un pueblo como Hamelin.
Otra historia que podría ser cierta es la de que los niños fueran captados para acudir a Tierra Santa, durante la famosa Cruzada de los Niños, que se dio en 1212. Aunque ahora se cuestiona la veracidad completa de la historia, hubo predicadores que recorrieron la Alemania del siglo XIII afirmando que sólo la pureza de los niños podría conquistar Tierra Santa. De ahí la posibilidad de que tuviera algo que ver con esta desaparición.
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